El senderismo invernal sobre nieve tiene algo mágico. El manto blanco de la nieve cubre caminos y senderos. Las referencias físicas y geográficas que en otras estaciones te permiten orientarte desaparecen. Incluso parece que las cimas de las montañas cambiasen también.

La sensación es como adentrarte en un espacio inexplorado, desconocido (aunque hayas atravesado esas laderas decenas de veces). Sobre todo cuando asciendes por laderas donde la nieve está virgen, por donde nadie ha pasado hasta ese momento. Y sientes las raquetas se van deslizando y hundiéndose suavemente en la nieve abriendo una huella nueva.

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